El Crepúsculo del Club de los Olvidados: La Sombra del Resentimiento Devora el Alma Peronista

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Fotomontaje- de izquierda a derecha: PANTY y Beto

PANTY, el Verdugo de la Lealtad, Apretuja a los Compañeros en un Último Adiós al Poder Perdido.

Crónica de un peronismo sin representantes. Sin lideres y donde los candidatos al Congreso Nacional sintieron el vacio de la militancia peronista en su visita a La Paz.

Foto- de izquierda a derecha: Sergio «El Peronista que NO fue». Bruno y Atilio líderes de la UCR

__En el ocaso de un día cargado de sombras y rencores, el “Club de los Olvidados” se convirtió en el escenario fúnebre de una causa moribunda. Las viejas políticas, ese veneno letal que se inyecta en las venas del peronismo local, siguen siendo el látigo con que PANTY, el «apretador» implacable, fustiga a los compañeros reacios a doblegarse ante el altar de la nostalgia.

Con Sergio, el apóstata del peronismo, alejado de la grey justicialista como un leproso de su propia tribu, y Beto lanzando sus últimas proclamas en el desierto mediático, el Club de los Olvidados agoniza. PANTY, con su estilo de inquisidor político, marca la diferencia entre los que aún creen y los que ya se han rendido. Su accionar es un grito desgarrador que revela la podredumbre de un movimiento que no ha sabido renacer.

La Autopsia de un Día Moribundo:

Resentimiento como motor: El odio y la desesperación por recuperar el poder perdido hace una década, cuando Bruno les arrebató la hegemonía con su estrategia implacable, son el pulso que late en las venas del club PJ.

Ausencia de esperanza: No hubo mensaje claro, no hubo reflexión, no hubo carisma. Solo el eco hueco de un peronismo que se desangra.

La sentencia: Un día casi peronista, decimos casi porque faltó el alma, faltó la mística, faltó el fuego sagrado de la militancia. Solo quedó el esqueleto de un movimiento que se desmorona bajo el peso de sus propias contradicciones.

El Club de los Olvidados cerró sus puertas en un silencio ominoso, como un ataúd que se cierra sobre los restos de una causa que ya no convence a nadie. PANTY, el verdugo de la lealtad, apretujó a sus compañeros en un abrazo fúnebre, mientras la sombra del resentimiento devoraba el alma misma del peronismo en este pueblo.

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